Lo he dicho alguna que otra vez aquí en el blog y lo sabe todo el mundo que me conoce: no sé coser. Poner dos telas juntas y que no se separen, se deshilachen o se descuadren es misión imposible. Ni a mano ni a máquina. Por eso me dan mucha envidia las personas que saben coser todas esas cosas tan bonitas y me quedo babeando cuando veo sus blogs. Aprender es un reto que tengo pendiente.
Una de esas personas con un toque especial es
Alícia del blog Ganxetades, que imagino que todos conoceréis (y si no, ya estáis tardando). Todo lo que cose, teje y crea es tan bonito que cuando miro su página me transporto a otro mundo donde mi vida es más ordenada y de colores suaves y armoniosos, como las fotos que toma. Suena cursi pero es así: cuando sea mayor, quiero ser como ella. Por eso cuando a finales de septiembre anunció que iba a organizar
un intercambio ofreciendo uno de sus bolsitos para proyectos me lancé como una loca a ofrecerle
mi primogénito un chal tejido por mí o lo que ella quisiera
primogénito incluído. ¡Es que además la tela era de ovejitas! Monería monosa que solamente puede ser superada por tela de vaquitas. Bueno, pues qué suerte la mía cuando me dijo ¡que sí! ♥